Los 6000 voluntarios franceses de la GESTAPO





Uno de los hechos menos conocidos de lo que fue la ocupación francesa consiste en que las fuerzas de la resistencia francesa no luchaban fundamentalmente contra las fuerzas represivas alemanas, sino contra sus propios compatriotas, ya que las autoridades nazis de ocupación crearon una policía secreta, a semejanza de la GESTAPO, pero con voluntarios franceses para controlar algunas localidades, especialmente París.
Esta unidad policial y paramilitar fue conocida como Carlingue (“carlinga”), y desarrolló sus actividades represivas y de control de la población civil  entre 1941 y 1944, o sea hasta la liberación de la ciudad por los aliados.
La Carlinga se puso bajo el mando de conocidos delincuentes, la mayoría de ellos procedentes de actividades mafiosas y del crimen organizado, entre lso que cabe destacar a su jefe Henri Lafont o Pierre Loutrel, alias Pierre el Loco, involucrados en algunos sonados casos de corrupción, sobornos y delitos monetarios antes de la guerra.
Los alemanes, con la formación de este tipo de unidades, pretendían minar la voluntad de resistencia de los franceses, y en cierto modo tuvieron un gran éxito con ellos, ya que los encargados de combatir a la resistencia eran tan buenos conocedores de las costumbres, de la gente y del idioma como los propios miembros de la resistencia. A cambio de su colaboración con los nazis, los alemanes les ofrecieron absoluta impunidad para seguir adelante con sus negocios de estraperlo, juego y prostitución, entre otros.
Cabe señalar, como curiosidad, que en la Carlinga se alistaron también muchos jóvenes musulmanes que ya pro entonces residían en Francia y cuyo objetivo final erala victoria nazi para conseguir así la independencia de sus países, por entonces colonias francesas. Además de estos jóvenes musulmanes, que en el fondo no hacían otra cosa que defender los intereses y la libertad de sus propios países, se alistaron a la Carlinga un total de 32.000 franceses, formando un cuerpo policial completo.
Como caso más llamativo hay que citar París, donde los nazis hicieron un llamamiento para conseguir 2.000 voluntarios que se alistaran a sus fuerzas represivas y recibieron 6000 solicitudes, pudiendo así permitirse elegir a los que mejor les pareció en unos exámenes y pruebas físicas que constituyeron un importante golpe de efecto de la propaganda alemana.
Otto Abetz, entonces embajador alemán ante las autoridades francesas títeres, se permitió bromear sobre el asunto diciendo que los que no obtuviesen plaza podían  pedir destino en cualquier otro lugar donde los alemanes tuviesen menos amigos.

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