Josef Mengele



Josef Rudolf Mengele  nació en Günzburg, Baviera, el 16 de marzo de 1911 y falleció en Bertioga, Brasil, el 7 de febrero de 1979)
Fue un médico y criminal de guerra nazi, especialmente reconocido por sus experimentos con seres humanos en el campo de concentración y exterminio de Auschwitz, Polonia. Recibió el apelativo de el ängel de la Muerte por sus experimetnops con seres humanos en el Campo de Concentraciñón de Auschwitz.
Josef Mengele fue el mayor de los tres hijos de Karl Mengele (1881-1963) y su esposa Walburga (fallecida en 1946), unos acaudalados industriales de la ciudad de Günzburg (Baviera).  Sus hermanos pequeños fueron Karl Mengele (1912–1949) y Alois Mengele (1914–1974). Según cuentan sus allegados, mantenía una relación un tanto distante con su padre y estaba muy unido a su madre.
Estudió Medicina y Antropología en las universidades de Múnich, Viena y Bonn, con excelentes calificaciones.
En la década de los 20, Alemania era el centro cultural y artístico del mundo. La medicina y la música florecían y Berlín era considerada una de las ciudades más refinadas, sobrepasando incluso a París. Nuevos conceptos sobre la evolución de la raza humana se discutían. Las teorías de Darwin eran contrastadas con los nuevos descubrimientos y una nueva ciencia causaba revuelo: la eugenesia y el estudio de los crucves genéticos. Véase también en este sentido la Escuela de Chicago y las masivas esterilizaciones de indios norteamericanos por parte de las autoridades de Estados Unidos con esta misma doctrina.
Ese ambiente sería de extrema importancia en la vida posterior de Mengele. 
La familia Mengele tenía cuantiosos recursos, y su fábrica empleaba a 1.200 personas. Josef Mengele asistió a una escuela pública, y posteriormente al Gymnasyum, destinado a quienes tenían aspiraciones académicas. “Era un estudiante brillante y extraordinariamente ambicioso. Siempre intentaba hacer algo fuera de lo común, para ser un gran científico” (Julius Disbach, ex compañero de clases de Mengele). Otro amigo de esa época lo describió como agresivo y muy patriótico.
  En 1930, Mengele ingresó a la Universidad de Münich, ciudad que se convertiría en un centro de la agitación política. Allí, fue impactado por un discurso de Hitler sobre la superioridad de la raza germana. En esos tiempos muchos estudiantes se unieron al movimiento nazi. La “herencia” y la “eugenesia” eran términos aplicados normalmente por la comunidad científica, que en su mayoría apoyaba a Hitler y a su concepto místico del pueblo alemán, pueblo que no podía florecer si parásitos como los judíos, gitanos y otros, los contaminaban.
En 1933, Karl Mengele, nazi acérrimo, ofreció su taller industrial a Adolf Hitler para que éste pronunciara un discurso en Günzburg; por estos servicios, Karl Mengele recibió amplias facilidades económicas para hacer crecer su negocio.
Dos años después, en Múnich, Josef Mengele se doctoró en Antropología en 1935 con una tesis doctoral sobre las diferencias raciales en la estructura de la mandíbula inferior, bajo la supervisión del profesor Theodor Mollison. A continuación viajó a Fráncfort del Meno, donde trabajó como ayudante de Otmar von Verschuer en el Instituto de Biología Hereditaria e Higiene Racial de la Universidad de Fráncfort. En 1938 se doctoró en medicina con una tesis doctoral titulada Estudios de la fisura labial-mandibular-palatina en ciertas tribus.
Josef Mengele, a partir de las convicciones de Otmar von Verschuer, se convirtió en un antisemita acérrimo, convencido plenamente de la superioridad de la raza aria y que prodigaba un absoluto desprecio por el judío.
La incumbencia de Mengele como médico estaba orientada al estudio genético-racial más que a la medicina curativa.
Se casó en 1938 con Irene, una hermosa y educada dama de religión luterana -a pesar de que Mengele era católico romano- y tuvo un hijo llamado Rolf Mengele.
En 1932, a la edad de 21 años, Mengele se afilió a Casco de Acero, Liga de los soldados de vanguardia (Stahlhelm, Bund der Frontsoldaten), asociación nazi que se incorporó a la Sturmabteilung (SA) en 1933 y que Mengele abandonó poco después alegando problemas de salud. Se afilió al partido nazi en 1937 y en 1938 entró en la Schutzstaffel (SS). Entre 1938 y 1939 sirvió durante seis meses en un regimiento de infantería ligera de tropas de montaña. En 1940 fue destinado a la reserva del cuerpo de médicos, comenzando un período de tres años en el que serviría en una unidad Waffen SS, la 5ª División Panzergrenadier SS Wiking. En 1942, en Rostov, resultó herido en una pierna en el frente ruso y fue declarado no apto para el combate. Gracias a su comportamiento brillante frente al enemigo en el frente oriental fue ascendido al rango de SS Hauptsturmführer (Capitán). Fue re-asignado entonces como Lagerarzt, médico de campo de concentración.
Algunas fuentes utilizan estos datos para afirmar que Mengele no tenía vocación alguna de experimentar con seres humanos, sino que era un simple médico militar del frente que, al ser herido, fue destinado a la retaguardia. De haber querido integrarse en las unidades médicas y de investigación d elos campos hubiera tenido sobradas ocasiones para ello antes de su grave herida de combate, dada su especialización académica en temas raciales.
Mengele fue enviado al campo de concentración de Auschwitz en sustitución de otro doctor que había caído enfermo. El 24 de mayo de 1943 se convirtió en el oficial médico del llamado campo gitano, una parte de Auschwitz-Birkenau, que administraba el KZ para entonces Rudolf Höß.
Consecuentemente, Mengele se convirtió en el oficial médico en jefe del principal campo de enfermería de Birkenau. Sin embargo, no fue el oficial médico en jefe de Auschwitz; por encima en la jerarquía se encontraba el médico de guarnición Eduard Wirths.
Fue durante su estancia de 21 meses en Auschwitz cuando el doctor Mengele alcanzó la fama, ganándose el apodo de “ángel de la muerte”. Cuando los vagones de tren repletos de prisioneros llegaban a Auschwitz II (Birkenau), con frecuencia Mengele esperaba en el andén junto a otros médicos para seleccionar a los más aptos para el trabajo y la experimentación, así como quiénes serían enviados inmediatamente a las cámaras de gas.
Mengele se paraba en una rampa frente a las filas e indicaba con un gesto de la mano quién moría y quién vivía: a la derecha iban los ancianos, niños, mujeres embarazadas e incapacitados; a la izquierda iban las mujeres jóvenes y hombres de evidente buen estado de salud. Los que quedaban en la fila de la derecha iban directamente a las cámaras de gas.
Los supervivientes de este campo de concentración que conocieron a Mengele lo describían como un oficial impecablemente aseado, muy apuesto y perfumado, de gestos aristocráticos y poseedor de una extraña mezcla de condescendencia y una ferocidad morbosa ante el poder de decidir quién vivía o moría. Una característica distintiva de Mengele era un notorio espacio interdental entre los dientes superiores frontales.
Muy pocas veces Mengele demostró humanitarismo respecto de alguno de los condenados, e incluso mató personalmente a algunos cautivos por desobedecer las reglas.
Se llegaron a conocer casos de perversión sexual practicada con las mujeres de la fila izquierda; azotando los pechos con un látigo o ejecutando defenestraciones que dejaban inválidas a las muchachas que, tarde o temprano, terminarían en las cámaras de gas.
Mengele se mostró particularmente duro con aquellas internas que quedaban embarazadas de los guardias. Madre e hija (nacida o no-nata) iban a la cámara de gas.
Muchas veces, en los vagones en que se traía a los condenados quedaban cadáveres de madres con sus hijos aún vivos en brazos. Mengele ordenaba lanzar esas criaturas directamente al horno de la lavandería, para que sirvieran de combustible. Más tarde cambió de actitud: permitió a las embarazadas dar a luz, pero los bebés nacidos eran confiscados para ir a dar a una sala de experimentación en otro lugar del campo de concentración.
En muchos casos Mengele ordenó que a la madre parturienta se le vendase el pecho para que no amamantara a su bebé. Recopilaba datos sobre la muerte por inanición de los infantes.
Mengele explicaba a otros colegas su actitud:
-” Cuando nace un niño judío no sé qué hacer con él: no puedo dejar al bebé en libertad, pues no existen los judíos libres; no puedo permitirles que vivan en el campamento, pues no contamos con las instalaciones que permitan su normal desarrollo; no sería humanitario enviarlo a los hornos sin permitir que la madre estuviera allí para presenciar su muerte. Por eso, envío juntos a la madre y a la criatura.”
Todos estos testimonios, con ser estremecedores, dejan en el aire la pregunta de por qué aquellas mujeres eran elegidas para sobrevivir y no iban directamente a la otra fila, por qué razón seguían siendo útiles durante el embarazo y por qué no eran sustituidas por cualquiera de la spersonas más aptas que llegaban a diario en los trenes de la muerte. Este tipo de declaraciones de los  supervivientes han alimentado durante años las peores dudas de los revisionistas.
Los gemelos resultaban particularmente interesantes para Mengele. Dicho interés radicaba en las profundas influencias inculcadas por Otmar von Verschuer y Ferdinand Sauerbruch del Instituto Kaiser Wilhelm de Genética y Eugenesia, donde adquirió los conceptos de herencia y raza pura y el problema judío era el núcleo de las discusiones.
Mengele, siguiendo los pasos de Von Verschuer, había desarrollado un fuerte interés por los gemelos como una fuente de información acerca de estos conceptos. A partir de 1943, los gemelos eran seleccionados y ubicados en barracones especiales. Cuando en la rampa de selección localizaba gemelos, para éstos constituía una esperanza de alargar la vida el pertenecer a esa condición. Los gemelos eran ubicados en un recinto especial y eran tratados algo mejor que los demás internos.  Los experimentos incluyeron, por ejemplo, intentos de cambiar el color de los ojos mediante la inyección de sustancias químicas en los ojos de niños, amputaciones diversas y otras cirugías brutales y, documentado al menos en una ocasión, un intento de crear siameses artificialmente mediante la unión de venas de hermanos gemelos (la operación fue un fracaso y el único resultado fue que las manos de los niños se infectaron gravemente). Las personas objeto de los experimentos de Mengele, en caso de sobrevivir al experimento, fueron casi siempre asesinados para su posterior disección.
Mengele extraía los ojos a sus víctimas y los colocaba en una pared como un muestrario de las variedades heterocromas que existían. Intentó también por la vía química cambiar el color de pelo de los internos mediante la aplicación de dolorosas inyecciones subcutáneas y en algunos casos realizó castraciones y experimentos en la médula espinal dejando paralizados a los intervenidos.
En cooperación con otros médicos, Mengele intentó también buscar un método de esterilización masiva; muchas de las víctimas fueron mujeres a las que se les inyectaban diversas sustancias, sucumbiendo muchas de ellas o quedándose estériles en muchos otros casos.
En otras ocasiones realizaba experimentos sumergiendo en agua helada a internos fuertes para observar sus reacciones ante la hipotermia.
Mengele también realizó experimentos con gitanos y judíos que tenían deformidades, enfermedades hereditarias (enanismo, síndrome de Down), siameses e incluso con mellizos, diseccionándolos vivos y sumergiendo luego sus cadáveres en una tina con un líquido que consumía las carnes, dejando libres los huesos. Los esqueletos eran enviados a Berlín como un macabro muestrario de la degeneración física de los judíos.
Otra de sus líneas de “investigación” fue el virus etno-específico. Estas investigaciones, entre otras, resultaron de gran interés para los norteamericanos en la posguerra por su posible utilidad en la guerra bacteriológica y se citan a veces como la causa principal de que nunca fuese detenido y muriese en la más absoluta impunidad.
En 1944, Mengele deseaba un cambio: aunque estaba orgulloso de sus experimentos, pretendió ascender en el escalafón de las Waffen SS haciéndose evaluar por un inspector.
El informe emitido por un coronel SS destacaba la personalidad, profesionalidad y celo del deber de Mengele, que le daban méritos para un ascenso y un nuevo puesto. Sin embargo, por motivos desconocidos, nunca se le reasignó desde Auschwitz.
El 26 de noviembre de 1944, Richard Baer, comandante de Auschwitz, recibió el extraño comunicado de desmantelar la instalación decayendo el ritmo de exterminio del campo. La orden provenía directamente de Heinrich Himmler, a muchos les causó sorpresa la situación.
23 días atrás Mengele se había parado en la rampa de selección y había enviado su última selección a las cámaras. Para él la orden no lo extrañó, pues suponía que Alemania perdía la guerra.
Mengele abandonó de forma encubierta el campo el 17 de enero de 1945, diez días antes de la liberación del campo por parte del Ejército Rojo. Se dirigió al campo de concentración de Gross-Rosen, pero este campo fue cerrado en agosto de 1944 y en abril de 1945 huyó hacia el oeste camuflado como un miembro de la infantería regular alemana con identidad falsa. Finalmente fue capturado.
Fue prisionero de guerra, cerca de Núremberg hasta que resultó liberado por los aliados, que desconocían su identidad.
Durante los juicios de Núremberg no se mencionó a Josef Mengele como genocida.
Se han trazado muchas conjeturas sobre la huida de Mengele, en una se le atribuye el concurso de una muchacha judía para su escape. Escapa gracias a la Operación Paperclip. Esto demuestra, una vez más, que fue ayudado a escapar por los aliados, interesados en sus conocimientos científicos.
Tras esconderse algún tiempo en Günzburg y luego en Baviera, Mengele partió hacia América del Sur, concretamente hacia Hohenau (Paraguay), en 1949, donde muchos otros oficiales nazis huidos y ayudados por la organización ilegal ODESSA habían llegado y encontrado refugio. Irene no siguió los pasos de su marido y de algún modo le repudió a él y su familia y se separaron de hecho.
Josef Mengele se divorció por correspondencia de su esposa Irene, la carta la traía su padre Karl quien lo visitó en la Argentina.
Como su nombre no estaba mencionado en la prensa y al parecer la cacería de nazis a él no le alcanzaría, se juzgó libre de sospecha y audazmente volvió a tomar su nombre original, se inscribió como tal en la guía telefónica de Buenos Aires e incluso viajó a Suiza a visitar a su hijo Rolf en 1956, sin que nadie siquiera sospechara de él y su pasado.
En 1958 se casó en Colonia (Uruguay) con Maria Martha Will, la mujer de su hermano Karl, que había fallecido en 1949. Ella y su hijo se mudaron a Argentina para reunirse con Mengele, aunque ambos regresaron a Europa años después.
Su familia en Alemania le respaldaba económicamente y prosperó en los años cincuenta, primero montando una tienda de juguetes y después como socio de una empresa farmacéutica, la Fadro Farm.
El acta de divorcio entre Irene y Josef Mengele fue encontrada por Simon Wiesenthal y dio luces a la dirigencia judía de que Mengele estaba vivo y además en la Argentina. Se enviaron los datos para ser corroborados por colaboradores en la Argentina y se pidió la extradición por parte del gobierno de Bonn, que fue rechazada por el gobierno argentino aduciendo que Mengele no vivía en dicha dirección.
Mengele fue advertido de esta situación y se escapó de Buenos Aires. Una de las personas que advirtieron a Mengele era Hans-Ulrich Rudel, el célebre piloto de Stuka que era cliente de la compañía de Mengele. A Rudel, sus buenas relaciones con el gobierno del Paraguay le habían permitido tener amistad con el dictador Alfredo Stroessner, presidente de esa nación, y así se permitió aceptar a Mengele en ese país.
Sin embargo, a partir de entonces Mengele vivió de manera modesta. Los socios de su compañía lo exoneraron de sus funciones y lo despidieron.
A pesar de los esfuerzos internacionales en rastrearle, jamás fue detenido y vivió impunemente durante 35 años bajo diversas identidades falsas. La captura de Adolf Eichmann, juzgado en Israel, alimentó los miedos de Mengele y sus continuos movimientos y el Mossad le persiguió durante algún tiempo, pero los esfuerzos de Israel se dirigieron hacia la normalización de las relaciones con Paraguay y a la lucha contra enemigos más cercanos.
Increíblemente, ni el Mossad ni Wiesenthal lograron ubicarlo a pesar de que su hijo Rolf pudo visitarlo un par de veces e intercambiar correspondencia.
En 1959 Mengele vivió en Paraguay en forma muy modesta como inquilino de la familia Auler, los costes de manutención eran pagados por la empresa Mengele en Alemania hasta 1960; sin embargo, debido a ciertos conflictos de faldas, de carácter y, principalmente, a la persecución de Klaus Barbie, los miedos alimentaron la paranoia persecutoria de Mengele (no sin razón, pues le buscaban) y se trasladó a Brasil para vivir bajo el alero de otra familia de origen alemán, también subvencionada por la compañía Mengele, bajo el nombre de Pedro Gerhard. Luego se independizó y se trasladó a una favela, donde vivió en una modestísima cabaña.
Cuando alguna persona muy cercana le interrogaba sobre su infausto pasado, solía decir que él se limitaba a seleccionar sólo a personas aptas para el trabajo y que no mató a nadie.
En 1979, su estado de salud estaba en franco deterioro y la familia alemana que le asistía lo invitó a refrescarse en una playa de pendiente muy suave, Bertioga, y Mengele accedió. Cuando algunos miembros se introdujeron en la playa, Mengele los siguió hasta alcanzar una distancia adentro del mar de unos 100 metros y de escasa profundidad y, entonces, por motivos confusos y extraños, se ahogó, a pesar de que uno de los amigos llegó pronto a darle auxilio. En cuanto a las causas de la muerte, se especuló que pudieron ser desde calambres, ataque cardíaco, mareos, etc. hasta muerte provocada. La versión oficial es que “se golpeó con un madero mientras nadaba en una playa llamada Bertioga y se ahogó”. Lo que causa extrañeza es que Mengele no sabía nadar.
Fue enterrado en un cementerio en Embu con un nombre falso, Wolfgang Gerdhard, con la asistencia de su hijo Rolf. Ningún miembro más directo de su familia asistió.
En 1985, seis años después, sus restos fueron exhumados e identificados en medio de la presión mediática por parte de Israel, EE.UU., Wiesenthal y otros grupos antinazis. La identificación de los restos, si bien no fue concluyente en un cien por ciento, resultó satisfactoria para quienes lo buscaban. Un defecto dental que poseía Mengele en sus dientes superiores frontales fue comprobado, además de coincidir en edad y estatura.
En 1992, los análisis de ADN confirmaron finalmente su identidad.
En cuanto a la importancia de sus investigaciones, nada se puede saber a ciencia cierta, pues el mito satánico de su persona eclipsa la faceta científica. No obstante, se le atribuyen importantes descubrimientos en el campo teórico de la clonación y otras disciplinas genéticas, así que como trabajos en el campo de los trasplantes de órganos.


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