Chile despliega su nueva bandera






Cuando quedaron atrapados a setecientos metros de profundidad, los 33 mineros chilenos no podían siquiera imaginar las repercusiones que iba a tener en todo el mundo su supervivencia y su osado rescate. Uno de las consecuencias ha sido el cambio en la reputación internacional del país andino que no acababa de despegarse de la etiqueta que le identificaba con la dictadura de Augusto Pinochet (1973-90) y sus crímenes. La historia del último minero rescatado, el capataz Luis Urzúa, emergió como un símbolo de ese pasado transformado. Su padre, que era un dirigente comunista, y su padrastro, sindicalista minero, fueron asesinados durante el régimen del terror.
La gira que ha comenzado este fin de semana el presidente Sebastián Piñera por Reino Unido, Francia y Alemania estaba programada desde hace tiempo, pero en este nuevo contexto la visita tiene un nuevo objetivo: capitalizar la victoria del rescate y fortalecer al Gobierno conservador. «Difícil que hubiera habido un mejor momento para esta gira», admitía el canciller Alfredo Moreno. El salvamento no solo colocó a Chile en la mira de la atención mundial sino que además «mostró lo mejor de nuestro país», añadió.
Piñera se entrevistará mañana con el primer ministro británico, David Cameron; con su colega francés, Nicolás Sarkozy, y con la canciller alemana, Angela Merkel, pero sobre todo deberá enfrentarse a una avalancha de preguntas de los medios ya que él mismo estuvo en la escena principal junto a cada minero que emergía de la tierra. El primer impacto de la empatía que generó esta epopeya en el mundo la descubrió el periódico inglés 'The Daily Telegraph' el viernes. Se registró un incremento de 25% en la venta de vinos chilenos en supermercados de Londres. Olvidado quedó el nefasto episodio en el que Pinochet se atrincheró en la capital británica para evitar la extradición solicitada por el juez Baltasar Garzón en 1998, y luego volvió a Chile impune.
El documentalista estadounidense Michael Moore, conocido por su mirada crítica sobre su país, comentó en tono irónico que la próxima vez que haya un derrame de crudo en el golfo de México «debemos llamar al Gobierno de Chile». Aludió así a la ineficacia de la Administración Obama y de las grandes empresas para frenar el daño ecológico durante tres meses. Si bien la estabilidad económica chilena y los sucesivos gobiernos centroizquierdistas que tuvo -incluido el de una presidenta- contribuyeron mucho a mejorar esa imagen, el rescate impecable de los mineros, transmitido en directo por televisión, fue un ejemplo de pericia y organización impensadas en un país latinoamericano.
La competencia de los funcionarios y técnicos se acentuaba cuando atendían a la prensa y daban la información en castellano y luego en un fluido inglés. El presidente, los ministros de Minería y de Salud, pero también la directora de Sanidad de la región de Atacama, todos se revelaron bilingües. La hazaña completa fue destacada con admiración por editoriales de medios tan prestigiosos como 'The New York Times', 'The Washington Post', 'Le Monde' o la BBC británica. Todos acusaron recibo del impacto que provocó el rescate y del riesgo asumido por el Gobierno del presidente que apostó por involucrarse entero.
«Lo hicimos bien»
«Lo hicimos 'a la chilena' y eso significa que lo hicimos bien», celebró Piñera minutos después de que el último minero saliera a la superficie. Rápido de reflejos, el mandatario procuró así dar un nuevo significado a ese dicho usado popularmente para las cosas hechas de manera improvisada, que no siempre resultan. «Los mineros no son los mismos, pero Chile tampoco», añadió. «Hoy día nuestro país es más respetado y valorado en el mundo entero», sentenció. Fue un mensaje para la opinión pública nacional pero también para el resto de los países.
El empeño del Gobierno por encontrar a los trabajadores con vida, las maniobras técnicas para contactar con ellos, la creación de un sofisticado sistema de comunicación, la seguridad de las perforaciones para evitar cualquier riesgo, el cuidado sanitario de los mineros, la contención de los familiares..., todo fue perfecto, como si hubiera sido ensayado durante años. Pero la gran prueba, que pudo haber resultado un fiasco, era el invento de la cápsula y el sistema para su izamiento. Todo funcionó como un reloj. La perforación, que los técnicos dijeron que era seguro a partir de los primeros cien metros, efectivamente no tuvo derrumbes ni filtraciones durante las veinticinco horas de rescate.
La cápsula fue y vino medio centenar de veces por esos 630 metros que separaban a los mineros del resto y sólo requirió de mantenimiento. Ahora, a ese invento chileno se lo disputan para distintos museos. Nadie quiere tener que volver a usarla. Algunos observadores, incluso críticos con el hacer de Piñera, consideran que el mandatario supo gestionar una crisis muy compleja y larga y siempre plantó cara a los riesgos. Envió a sus ministros a la zona del accidente, no escatimó recursos económicos, y pidió ayuda al exterior cuando no alcanzaba con el erario nacional. Ejecutivo, el millonario chileno, salió airoso y probablemente se refleje en la próxima encuesta.

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